Las 190 delegaciones presentes en la conferencia sobre el clima de Marrakech (COP22) se despedirán de la ciudad marroquí con un humilde bagaje cuyo máximo logro ha sido mantener el espíritu constructivo y universal de la anterior cumbre en París, celebrada el pasado diciembre, y avanzar en cuestiones muy técnicas del ámbito jurídico. Sin embargo, como estaba previsto, se ha demorado hasta futuras reuniones la adopción de medidas concretas en el ámbito de la mitigación del cambio climático o de los fondos financieros para los países en desarrollo.
“La comunidad internacional está comprometida en la lucha por el futuro de nuestro planeta y la dignidad de millones de personas”, dijo en la jornada de clausura el ministro marroquí Salaheddine Mezouar, el presidente de la COP22.
“El progreso no ha sido espectacular, pero al menos no ha habido ningún bloqueo”, declaró el representante de la isla de Granada, en nombre de los pequeños Estados insulares. “No ha sido una decepción porque es lo que se esperaba. Se venía a desarrollar aspectos técnicos acordados en París”, reitera Salvador Samitier, director de la Oficina Catalana de Canvi Climàtic. Muy crítico se muestra en cambio Javier Andaluz, representante en Marrakech de Ecologistas en Acción: “Han venido a hacerse una foto y a pedir más tiempo para dilatar la acción climática. El tratado de París está lejos de hacerse realidad”.
En la declaración final, que está previsto aprobar a altas horas de la madrugada de este sábado, los participantes proclaman que la lucha contra el cambio climático es una “prioridad urgente” y se comprometen a seguir trabajando para hacer realidad el Tratado de París incluso en el caso de que alguien desista de hacerlo, en clara referencia a las incertidumbres generadas por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. “Si Trump destruye el Acuerdo de París y Estados Unidos no cumple con sus objetivos climáticos, causará daños sin precedentes a escala mundial”, advirtió la coordinadora ecologista 350.org. Al menos, China, el primer emisor mundial de gases de efecto invernadero, sigue en la senda de París: “La política de China no ha cambiado y seguirá en la lucha contra el calentamiento global”, dijo el delegado Xie Zhenhua.
En la declaración institucional también se reafirma en el carácter “irreversible” de la lucha contra el calentamiento global y se recuerda que ciudadanos, empresas y gobiernos ya están viendo la gravedad del problema y actúan en consecuencia.
El pasado diciembre se acordó lo que hay que hacer, mientras que ahora las discusiones se han centrado en cómo hacerlo. Por ejemplo, como explica Samitier, la rapidísima entrada en vigor del tratado de París, tras alcanzar el número suficiente de signatarios, ha pillado por sorpresa a los negociadores. “Ahora se ha visto que es difícil avanzar en algunos capítulos porque no todos los países lo han ratificado”, dice el director de la Oficina Catalana de Canvi Climàtic. En este sentido, Oxfam recuerda “que España lleva un retraso significativo y será uno de los últimos países en hacerlo”.
La vista está puesta en el año 2018, cuando el IPCC, el grupo de expertos de la ONU, presentará su nueva evaluación sobre el estado de las temperaturas planetarias y de los efectos del cambio climático. Será una herramienta de presión clave para forzar a los países a aumentar sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero, todavía insuficientes.
Más allá de las cuestiones de procedimiento, la financiación ha sido nuevamente un asunto sensible. Los países en desarrollo, con el apoyo de numerosas oenegés, han seguido reclamando una ayuda económica para hacer frente a los estragos más inmediatos del cambio climático. Los países desarrollados han prometido una asignación anual de 100.000 millones de dólares anuales para mejorar los sistemas de gestión del agua potable, instalar sistemas de alerta meteorológica y construir embalses, entre otras actuaciones, pero las aportaciones hasta ahora quedan muy lejos de los objetivos.
Quizá lo más espectacular se ha producido “justo antes” y “fuera” de las sesiones de la COP22, como destaca Salvador. Entre otros aspectos, la Organización de Aviación Civil Internacional aceptó por primera vez el pasado octubre crear un mecanismo para reducir las emisiones de los aviones. Poco después se firmó un tratado para la eliminación progresiva del mercado de los compuestos HFC, gases que hasta ahora se empleaban profusamente en aparatos de refrigeración y aerosoles.
Durante la cumbre, además, varios países han anunciado metas ambiciosas, aunque sea a largo plazo. David Howell, de SEO-Birdlife, destaca que 47 países en desarrollo se han comprometido a impulsar medidas para lograr “cuanto antes” un suministro eléctrico 100% renovable. Alemania, Reino Unido, Perú y Canadá, entre otros países, también han anunciado su objetivo de lograr una reducción de las emisiones de CO2 del 80% en el 2050, aunque sin concretar cómo lo lograrán. “En la misma línea se ha pronunciado la Unión Europea, aunque Arias Cañete [comisario de Clima y Energía] no está por la labor y no hay una estrategia clara en temas como el carbón”, considera Howell.
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