En las elecciones de noviembre serán decisivas las pasiones que desata a favor y en contra Donald Trump, que por primera vez ha empatado con Barack Obama en el sondeo anual de Gallup como la persona más admirada de Estados Unidos, un recordatorio más de la división del país. Las donaciones llueven en los dos bandos, se prevé una movilización sin precedentes y los ojos están puestos ya en un puñado de estados.
Un tsunami de votantes
Con un índice de aprobación que ronda el 45%, similar al que tenía Obama a principios del 2012, Trump se ha probado un catalizador para llevar a la gente a las urnas. Como dice un encuestador republicano, “la emoción está por las nubes en los dos lados”, y en la próxima cita presidencial se anticipa un tsunami de hasta 156 millones de votantes frente a los 139 millones del 2016.
Más estados en liza
Trump tuvo tres millones de votos menos que Hillary Clinton pero una holgada victoria en el sistema de delegados del colegio electoral (304-227). Fueron determinantes para ese triunfo menos de 80.000 votos en Wisconsin, Michigan y Pensilvania, estados que como Florida, Iowa y Ohio votaron por Obama pero Trump se llevó y vuelven a anticiparse decisivos. Ahora el mapa de estados potencialmente clave, que sigue incluyendo Florida y Carolina del Norte, se amplía. Por primera vez en décadas se presenta competitivo Arizona (donde Trump ganó por 3,5 puntos) y, algo menos, los feudos republicanos de Georgia y Tejas.
Suburbios, jóvenes y minorías
Hay incógnitas sobre cómo responderán a Trump los suburbios, el territorio que la analista Alice Stewart ha definido como “la nueva Florida”. Alterados por cambios demográficos, Trump ahí ha perdido votos entre el electorado femenino y con educación universitaria, pero la fuga podría moderarse, especialmente en estados bisagra, dependiendo de quién sea el candidato demócrata.
Será fundamental el voto de jóvenes y minorías, el grueso de los cerca de 20 millones de personas que se suman al censo entre presidenciales. Aunque Trump mantiene su estrategia de movilizar al votante blanco y enfrenta problemas con muchos jóvenes por temas como el cambio climático o el control de armas, su campaña está haciendo esfuerzos por llegar a votantes negros y latinos en estados del sur con lecciones aprendidas de las legislativas, en las que jóvenes y minorías rompieron patrones y aumentaron su participación.
Lluvia de millones
La maquinaria de reelección de Trump está a años luz de la de aquel ‘outsider’ que tardó en contar con la bendición y el apoyo del Partido Republicano. Ahora es una bestia en recaudación y en el último trimestre del 2019, tras arrancar el ‘impeachment’, batió sus propios récords con 46 millones de dólares de donaciones, cantidad que no incluye la suma recogida por el Comité Nacional Republicano.
Individualmente no se le acerca ningún demócrata, pero en conjunto sus recaudaciones, lideradas entre septiembre y diciembre por Bernie Sanders, Pete Buttigieg y Joe Biden, demuestran la disposición de los votantes progresistas a financiar una contienda donde Michael Bloomberg y Tom Steyer hacen aún más intensa la lluvia de millones.
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