La Unión Europea ha cerrado filas este jueves con Dublín y ha reclamado al Gobierno británico que garantice que su plan del Brexit no abre una peligrosa brecha entre las dos partes de Irlanda. Bruselas se muestra dispuesta a negociar la oferta remitida el miércoles por el Gobierno de Boris Johnson para una salida pactada del Reino Unido de la UE. Pero la Unión exige varios retoques al plan y avisa de que el tiempo para alcanzar un nuevo pacto es muy escaso. Bruselas no acepta la posibilidad de que Irlanda del Norte pueda romper unilateralmente el acuerdo ni que las medidas para garantizar la ausencia de una frontera en Irlanda tengan que prepararse después del Brexit. La Unión también exige aclaraciones sobre los controles fronterizos que Londres plantea para garantizar la libre circulación de mercancías de un lado a otro de Irlanda.
Los 27 socios de la UE analizaron este jueves la propuesta con el negociador jefe europeo, Michel Barnier. Y coincidieron en exigir a Londres que las garantías sobre la ausencia de una frontera entre las dos partes de Irlanda son efectivas desde el primer día del Brexit (el 1 de noviembre, en teoría) y no se quedan pendientes de nuevos trámites durante los meses siguientes, como plantea el plan británico.
“Respaldamos por completo a Irlanda”, ha señalado el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, tras una conversación telefónica con el primer ministro irlandés, Leo Varadkar. Tusk también conversó con Johnson, a quien ha advertido que, tras la llegada de su oferta, “seguimos abiertos [a la negociación] pero todavía no estamos convencidos”
Londres ha propuesto modificar el Acuerdo de salida pactado en noviembre de 2018, que incluía una salvaguarda para garantizar que no surgirá una frontera entre las dos partes de Irlanda después del Brexit, pase lo que pase con la futura relación comercial entre el Reino Unido y la UE. El texto original blindaba esa solución. Pero la propuesta de Johnson supedita la solución a unas nuevas reformas legislativas durante el período de transición del Brexit (que expiraría en diciembre de 2020 si hay acuerdo) y otorga a Irlanda del Norte, además, la posibilidad de cancelar unilateralmente los términos del pacto, con una revisión cada cuatro años. Una vía que expone a Irlanda y a la UE a un periódico chantaje por parte británica o norirlandesa.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, también conversó telefónicamente con Varadkar. Y tras la charla, Juncker reiteró, como había señalado el miércoles, que la propuesta de Johnson supone “un cierto avance, pero continúa habiendo puntos problemáticos”.
El tono de Juncker se endureció tras la conversación con Varadkar. Y a las pegas planteadas 24 horas antes añadió la relativa a la incertidumbre que abre el plan británico sobre la negociación de la solución irlandesa durante el período de transición del Brexit. Juncker, además, secundó la petición de Varadkar para que Londres haga público el texto legal del nuevo Protocolo con el que quiere eliminar la salvaguarda irlandesa prevista en el Protocolo original.
Londres mantiene el secretismo sobre los detalles legales de su propuesta, por temor a que alguna de las partes, en particular la irlandesa, aborte el plan. De momento, ha compartido el texto con el reducido equipo de negociadores europeos y solo ha hecho público un resumen del texto y una carta de presentación del primer ministro. El Gobierno británico apura así los plazos, una táctica que puede reducir el margen de reacción de la UE pero que también puede provocar el descarrilamiento de las negociaciones.
Johnson pretende cerrar el acuerdo en el Consejo Europeo del 17 y 18 de octubre para consumar la salida el 31 de octubre. Pero el lado europeo duda que en ese plazo tan breve se puedan solventar los problemas detectados en el plan de Johnson. Y no se descarta la necesidad de una tercera prórroga del Brexit, una opción que el primer ministro británico se niega a contemplar.
La jugada británica de apurar el calendario para presentar los planes alternativos al Brexit pactado en noviembre de 2018 han incomodado a la mayoría de las delegaciones europeas. Bruselas concluye que Johnson intenta colocar a la UE entre la espada de su nueva oferta y el abismo de una ruptura sin acuerdo de catastróficas consecuencias para el Reino Unido, pero también para el conjunto de la Unión y, en particular, para Irlanda.
Johnson también parece confiar en que la proximidad del precipicio anime a los socios comunitarios a conformarse con un plan para Irlanda menos garantista que el previsto en el acuerdo logrado con la ex primera ministra Theresa May.
Pero la táctica del primer ministro británico no ha logrado, al menos de momento, impresionar ni asustar a Bruselas. “La decisión de esperar hasta el 2 de octubre para presentar su propuesta ha sido de Johnson y no nos va a cargar a nosotros con la responsabilidad si ahora no da tiempo de llegar a un acuerdo”, advierte una fuente diplomática.
La reunión del jueves de los representantes permanentes de los 27 países de la UE con Barnier no ha revelado fisuras, según las fuentes diplomáticas consultadas. Durante el encuentro, según esas fuentes, todas las delegaciones, incluida la irlandesa, se han mostrado “abiertas, constructivas y dispuestas al diálogo”. Pero la conclusión de la cita ha sido la de pedir a Londres que ofrezca más garantías sobre el impacto de su propuesta en Irlanda.
Los 27 valoran positivamente que Johnson haya aceptado que Irlanda del Norte continúe temporalmente sometida a las normas comunitarias, no solo para los productos agroalimentarios, como había ofrecido al principio, sino también para los industriales. Pero dudan de que el plan de Johnson sea, por ahora, tan eficaz como la salvaguarda irlandesa pactada con May (que mantenía a todo el Reino Unido en una unión aduanera con la UE hasta que se alcanzase un pacto comercial entre las dos partes).
“La UE quiere un Acuerdo de salida con soluciones factibles y efectivas que creen certidumbre legal y práctica ahora”, ha resumido Barnier tras el encuentro. “Se lo debemos a la paz y la estabilidad de la isla de Irlanda”, ha añadido Barnier en un mensaje donde el término más exigente para Londres es la palabra “ahora”. Bruselas no se fía de la patada hacia adelante que Johnson pretende dar al problema de la frontera irlandesa y exige que las garantías sean efectivas desde el principio.
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