Ninguno de los dos lo tiene hecho matemáticamente, pero la posibilidad de que cualquiera de sus rivales les arrebate la nominación es cada vez menos realista. Donald Trump se impuso de forma incontestable en las cinco primarias disputadas anoche, superando el 60% de los votos en dos de los estados y poniendo de manifiesto que, cada vez que el partido se une para ponerle la zancadilla, los votantes acuden a su rescate en las urnas.
En el bando demócrata, también Hillary Clinton volvió a imponer su dominio, superando a Bernie Sanders en cuatro de los estados, todos ellos del noreste. A la “revolución política” del socialdemócrata se le acaba el aliento.
“Esto se ha acabado. Por lo que a mí respecta, se ha acabado”, dijo Trump al dirigirse a sus seguidores desde el rascacielos que lleva su nombre en Manhattan. El empresario tiene ahora el 77% de los delegados que necesita para que nadie pueda discutirle la nominación, según el recuento de Associated Press, pero anoche dio por hecho que será el candidato. Su victoria fue incontestable.
Ganó con más del 55% de los votos en Pensilvania y Connecticut, dos estados golpeados por la desindustrialización donde resuenan con fuerza sus mensajes proteccionistas y sus promesas para repatriar los empleos que volaron con la globalización. Pero también se impuso con holgura en Maryland, donde viven muchos de los funcionarios y profesionales liberales que trabajan en Washington, un territorio teóricamente afín al aparato republicano.
DESASTRE SIN PALIATIVOS
El centrista John Kasich quedó segundo en cuatro de los cinco estados en juego, aunque en ninguno llegó a hacerle sombra. El showman le sacó como mínimo unos 30 puntos de ventaja. Para Ted Cruz fue un desastre sin paliativos y, como viene haciendo últimamente, culpó a los medios de comunicación de sus miserias. Cruz se ha aliado con Kasich para que se quite de en medio en Indiana el próximo 3 de mayo, pero el pacto con el que aspira a aglutinar el voto anti-Trump se está tambaleando.
Había curiosidad por saber qué Trump comparecería ante los medios, si el verso libre escrito con dinamita que ha cautivado a las bases conservadoras o el político comedido y presentable que quiere hacer de él su último fichaje de campaña. Lo que se vio fue una mezcla de los dos.
El ‘showman’ no insultó a sus rivales republicanos, pero tampoco leyó un discurso en el ‘teleprompter’. Sus ataques los reservó para su más que posible rival en noviembre. “Yo la llamo Hillary la deshonesta. Sería una presidenta horrible. No sabe nada de creación de empleo”. Y también la acusó de no tener más activos políticos que el hecho de ser mujer. “Si Hillary Clinton fuera un hombre, no creo que sacara más del 5% del voto”. Hace solo unos años, alababa su experiencia y su preparación y la describía como una buena secretaria de Estado.
Ocho años después, Clinton tiene la candidatura en el bolsillo. Suma el 90% de delegados necesarios para hacerse con el trono del partido, si se incluyen los superdelegados que ya se han comprometido a respaldarla en la Convención Demócrata de Filadelfia.
ARITMÉTICA IMPOSIBLE
Sanders no tira la toalla y pretende como mínimo llegar hasta California, que celebra sus primarias el 7 de junio, pero desde su campaña empieza a especularase con que podría “reevaluar” pronto su candidatura. El propio Sanders, que solo ganó en el diminuto estado de Rhode Island, reconoció en una entrevista que la aritmética se ha vuelto prácticamente imposible. “El camino (a la nominación) es muy estrecho”, le dijo a la agencia AP. Tendría que ganar en todos los estados restantes por márgenes abultadísimos, siempre superiores a los 10 puntos.
En las victorias de Clinton anoche, fue decisivo el respaldo de las mujeres y de las minorías. Los mismos negros que le quitaron la nominación para dársela a Barack Obama en 2008, se la están devolviendo ahora. En su discurso, Hillary volvió a poner la vista en noviembre, dando implícitamente por hecho que será la candidata y tendió puentes a su rival para cerrar la fractura que se ha abierto en el partido. “Son muchas más las cosas que nos unen al senador Sanders y a mí de las que nos separan”.
Casi con toda seguridad Sanders no será el candidato, pero ha obligado a Hillary a desplazarse a la izquierda y ha convertido la desigualdad económica y la reforma de la financiación electoral en los mantras centrales del Partido Demócrata.
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