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La ONU pide comer menos carne contra la crisis climática

Aunque se supriman totalmente la emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la industria y el transporte, no podrá frenarse la crisis climática ni garantizar la seguridad alimentaria sino se modifican los usos de la tierra y los hábitos dietéticos. Para lograr estos objetivos es necesario aumentar la masa forestal, acabar con el despilafarro alimentario y reducir el espacio dedicado a la ganadería, lo que implica minimizar el consumo de carne, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), el grupo de científicos que asesora a la ONU sobre el calentamiento global.

El informe, encargado por la Naciones Unidas en el 2016, se ha presentado en Ginebra (Suiza) después que el borrador elaborado por 107 científicos de 52 países haya sido aprobado con algunas modificaciones por las delegaciones de 198 países miembros tras cinco días de discusiones. Los debates han sido tan intensos, que la última sesión para cerrar el documento se ha alargado durante 28 horas ininterrumpidas.  

El 70% de la tierra

La versión final destaca que el crecimiento exponencial de la población mundial y los cambios en los patrones de consumo han causado unas tasas sin precedentes de uso de la tierra y del agua. El 70% del consumo de agua dulce se destina a agricultura y el mismo porcentaje de la superficie terrestre libre de hielo está afectada por el uso humano. Desde mediados del pasado siglo el consumo per cápita de grasas vegetales, carnes y calorías se ha disparado, recuerda.

Este tipo de actividades representaron en el período 2007-2016 el 23% de las emisiones de gases de efecto invernadero, casi una cuarta parte. Si se incluyen las actividades previas y posteriores al sistema alimentario, el porcentaje se dispara hasta el 37%. “Es una tormenta perfecta. Tierra limitada, una población en expansión y y todo envuelto en una sofocante manta de emergencia climática”, ha comentado Dave Reay, profesor de gestión de carbono de la Universidad de Edimburgo, al comentar el informe.

Plantas y granos

El documento llama de modo implícito a consumir menos carne cuando recomienda potenciar la alimentación a base de plantas y granos, así como “alimentos sostenibles de origen animal”. Este cambio en los patrones de consumo podría librar de aquí al 2050 varios millones de kilómetros cuadrados de tierra reduciendo hasta 8 millones de gigatoneladas de dióxido de carbono anuales, el equivalente a todos los gases emitidos por España los últimos 20 años.

“Retrasar la acción podría dar lugar a algunos impactos irreversibles en algunos ecosistemas” esto a su vez generaría más gases de efecto invernadero que calentarían aún más el planeta, advierte. Las rápidas acciones de adaptación y mitigación climáticas, alineadas con la gestión sostenible de la tierra y el desarrollo sostenible, podrían reducir el riesgo para millones de personas expuestas a fenómenos extremos del clima, desertificación, degradación de la tierra e inseguridad alimentaria”, añade.

La seguridad alimentaria, en riesgo

El IPCC resalta que el cambio climático está teniendo ya impactos en la “seguridad alimentaria” ya que están cambiando los patrones de precipitación y aumentando la frecuencia e intensidad de fenómenos extremos que dañan los cultivos. Y las proyecciones no son buenas: “Se prevé que la frecuencia e intensidad de las sequías aumenten particularmente en la región mediterránea y en África meridional”.

Pero los impactos se pronostican para todo el planeta: en Asia y África habrá más personas sometidas a la desertización; en América, el Mediterráneo, el sur de África y Asia central se prevén más incendios forestales; en los trópicos y subtrópicos caerá el rendimiento de los cultivos... Además, estas consecuencias, que pueden incrementar las migraciones asociadas a factores medioambientales, serán mayores a medida que aumente el calentamiento.

En el capítulo de propuestas, además del cambio de hábitos alimentarios,  el IPCC pide acabar con el despilfarro alimentario. De acuerdo con el informe, se derrocha entre un 25 y un 30% de la comida que se produce en el planeta, por lo que combatir este problema puede rebajar las presiones por reducir bosques y aumentar el suelo agrícola, contribuyendo así a una reducción de las emisiones de CO2.

La conservación primero

Los científicos destacan que hay acciones que tienen “impactos inmediatos” positivos, como la conservación de ecosistemas en turberas, humedales, praderas, manglares y bosques, que guardan enormes cantidades de gases de efecto invernadero que se liberan cuando se destruyen y contribuyen más al calentamiento. Otras intervenciones, como la reforestación, reconocen, necesitan décadas para ser efectivas.

También se propone retomar prácticas agrícolas, ganaderas y silvícolas de las poblaciones indígenas tradicionales, ya que según el documento “su experiencia puede contribuir a los desafíos que presentan el cambio climático, la seguridad alimentaria, la conservación de la biodiversidad y el combate de la desertización”.

El informe se publica después de una excepcionales olas de calo, que han convertido el pasado julio en el mes más cálido de la historia desde que existen registros. El anterior documento publicado por el IPCC tuvo un impacto enorme al advertir que se necesitan acciones urgentes en la reducción global de emisiones para limitar el aumento de temperaturas a menos de 2º C, como establece el Acuerdo de París, y evitar perjuicios irreversibles. Tras este segundo informe, que será clave en la Cumbre del Clima que tendrá lugar en Chile el próximo diciembre, el IPCC debe entregar próximamente un tercero sobre el empacto del calentamiento glonal en los océanos.

el periodico

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