Macron celebra la victoria del ‘no’ como “una señal de confianza en la República francesa, en su futuro y en sus valores”.
Nueva Caledonia seguirá perteneciendo a Francia. Una mayoría de votantes del territorio francés del Pacífico sur ha votado no en el referéndum sobre la independencia, según los resultados definitivos dados a conocer este domingo por el Alto Comisariado, representante de París en el archipiélago.
La consulta, prevista en la Constitución francesa y a la que estaban llamados a votar 174.000 habitantes de la isla, culmina un proceso de 30 años, iniciado con los llamados acuerdos de Matignon, que pusieron fin a una situación de casi guerra civil en el archipiélago.
El no obtuvo un 56,4% de votos y el sí, un 43,6%. La participación fue elevada, un 80,63% del censo. En las presidenciales de 2017, la participación fue del 53%.
El resultado ha sido más ajustado de lo que preveían los sondeos, lo que da esperanzas a los independentistas de poder revertir la correlación de fuerzas en una futura convocatoria. Pese a la victoria del no, existe la posibilidad de organizar dos referendos más.
En una declaración solemne desde el Palacio de Elíseo, el presidente de la República, Emmanuel Macron, ha celebrado la organización del referéndum como un éxito de los caledonianos de ambas sensibilidades, y del Estado francés.
“Quiero declarar primero mi inmenso orgullo al haber traspasado juntos esta etapa histórica. Quiero declarar también el orgullo, para el jefe del Estado, porque la mayoría de caledonianos han escogido Francia. Para nosotros es una señal de confianza en la República francesa, en su futuro y en sus valores”, ha afirmado. A partir de ahora, ha añadido, “no hay otro camino que el diálogo” para construir la Nueva Caledonia del futuro.
Al caer la noche, se registraron varios incidentes en el área metropolitana de Numea, la capital, entre ellos el incendio de una casa de madera de estilo colonial y de varios vehículos, según ha informado la cadena Nouvelle-Calédonie 1, de la radiotelevisión pública francesa.
“¿Quiere usted que Nueva Caledonia acceda a la plena soberanía y se convierta en independiente?”. Esta es la pregunta a la que debían responder los votantes: kanaks (originarios de la isla) o personas de origen europeo que viviesen allí desde 1994.
La pregunta sobrentiende que Nueva Caledonia, incluida en la lista de la ONU de 17 territorios no autónomos que deben autodeterminarse, ya disfruta de una soberanía parcial. El pedrusco, como se conoce a estas islas situadas a 16.500 kilómetros de la Francia metropolitana, es el territorio de la República con más competencias —casi todas, excepto las relacionadas con la seguridad y la justicia— y el único con instituciones propias con capacidad para legislar.
Colonizada en 1853, originariamente Francia usó Nueva Caledonia como presidio para delincuentes franceses. Sucesivas oleadas de europeos y también inmigrantes procedentes de la región del Pacífico acabaron de configurar los actuales equilibrios étnicos, muy ligados a las opciones políticas. Hoy viven allí en torno a un 39% de kanaks, un 27% de europeos o caldoches, un 8% de población procedente del territorio de Wallis y Futuna y un 8% de mestizos y de otras comunidades nacionales. Uno de los escollos principales a la hora de negociar el referéndum fue el censo, distinto del resto de las elecciones, puesto debía incluir solo a las personas asentadas desde hacía tiempo en el archipiélago.
Tras la colonización, la discriminación económica y política de los autóctonos acabó alimentando un conflicto que en los años ochenta provocó una explosión violenta que dejó ochenta muertos.
La firma, en 1988, de los acuerdos de Matignon entre el líder kanak Jean-Marie Tjibaou y el líder francés Jacques Lafleur, auspiciados por el entonces primer ministro Michel Rocard, pusieron en marcha el proceso que ha desembocado en el referéndum. Los franceses ratificaron los acuerdos de Matignon y el plan para la autodeterminación de Nueva Caledonia en un referéndum en el que el sí ganó con un 80% de votos. Tjibaou fue asesinado un año después por un radical kanak, pero el proceso, aunque lento, no se detuvo.
En 1998, los acuerdos de Numea, capital de Nueva Caledonia, reconocieron la identidad kanak, sentaron las bases de la ciudadanía neocaledoniana, crearon las instituciones propias y fijaron como fecha máxima del referéndum noviembre de 2018. Tanto Matignon como Numea lograron mantener la paz social, pero no el fin de las desigualdades ni la reivindicación soberanista.
El potencial económico Nueva Caledonia está fuera de duda. Posee una cuarta parte de las reservas mundiales de níquel, su principal sector económico después del funcionariado, y un nivel de vida superior al de los territorios franceses de ultramar, según datos citados por Le Monde. Recibe cada año unos 1.400 millones de euros de transferencias del Estado francés.
Con la independencia habría podido perderlos, aunque un amplio sector independentista abogaba por mantener algún tipo de asociación con Francia. Posiblemente este territorio de las antípodas tenga también, para París, un valor geopolítico, una prueba de la irradiación global de la República francesa, donde se puede decir, sin caer en el anacronismo, que nunca se pone el sol. Nueva Caledonia no forma parte técnicamente de la Unión Europea, sino que está asociada; sus ciudadanos, al ser franceses, sí son ciudadanos de la UE.
Macron se mantuvo neutro durante la campaña. El primer ministro, Édouard Philippe, estará en Numea el lunes para evaluar los resultados y los pasos siguientes.
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