El primer paso de Angela Merkel hacia el fin de su carrera política ha provocado este lunes un ligero temblor en todas las capitales europeas, aperitivo de la sacudida que podría desencadenar su retirada definitiva. La canciller alemana ha anunciado que dejará en diciembre la presidencia de su partido (CDU) y que abandonará todos los cargos cuando expire su actual mandato en 2021.
El anuncio pretendía calmar las voces críticas sobre su liderazgo, fijando un horizonte preciso de retirada. Pero ha provocado el inicio de la carrera de sucesión y ha aumentado el riesgo de estampida de un Gobierno de coalición en el que los socialistas (SPD) pierden apoyos electorales cada día que pasa.
La UE observa con inquietud los tambaleos en la principal economía del continente y en el socio de referencia para todas las grandes decisiones del club. Bruselas ha urgido a la canciller alemana a recuperar la estabilidad política en un país imprescindible para afrontar la recta final del Brexit, la batalla comercial con Trump, la crisis migratoria y la rebeldía de varios socios comunitarios como Polonia o Italia.
El recado comunitario ha llegado, como suele ocurrir, de la mano del comisario del país afectado.”Necesitamos un Gobierno federal efectivo, sin continuas discusiones dentro de la CDU [el partido de Merkel] o del Gobierno de coalición que debilitan la capacidad de Alemania de actuar en la UE”, ha señalado el comisario europeo de Presupuestos, Günther Oettinger, ante la inestabilidad del Gobierno alemán.
Las dudas sobre el futuro de la líder europea más veterana sorprenden a Bruselas en la cuenta atrás de unas elecciones al Parlamento Europeo (mayo de 2019) marcadas por el ascenso de fuerzas extremas y en la antesala de una gran renovación de altos cargos comunitarios (desde la presidencia de la Comisión Europea a la del Banco Central Europeo).
Merkel debía jugar un papel fundamental en ambos frentes, hasta el punto de que en Bruselas se ha especulado sobre la posibilidad de que la canciller relevase a Jean-Claude Juncker al frente de la Comisión. Ella misma parece descartarlo al anunciar este lunes que cuando deje la cancillería en 2021 “no ocuparé ningún cargo”. Pero muchos socios comunitarios se preguntan si Merkel podrá apurar ese plazo.
La fragilidad del Gobierno alemán de coalición (CDU, CSU y SPD) parece cada vez más insostenible tras la hemorragia de votos sufrida por los tres partidos en las elecciones regiones celebradas este mes en Baviera y en Hesse. La tensión entre los socios de gobierno va en aumento y a derecha e izquierda se empieza a calibrar el momento más adecuado para saltar de un barco que oscila entre la deriva y el naufragio.
Los analistas creen que la ruptura no se producirá antes de finales de 2019, un calendario que evitaría grandes trastornos en Bruselas. “El SPD ejercerá una enorme presión en la revisión de la coalición a medio mandato el año que viene y eso podría suponer el final”, advierte Carsten Brzeski, economista jefe de ING en Alemania. “Pero sería al final de 2019, no ahora”, añade el analista.
Pero si la caída se precipita, como ya estuvo a punto de ocurrir en septiembre por las disputas entre la CDU y CSU sobre política migratoria, Berlín podría dejar empantanada a la UE en uno de los momentos más delicados de su historia.
El club ha entrado en la recta final de las negociaciones para la salida del Reino Unido, que debe consumarse el próximo 29 de marzo. Y el riesgo de un Brexit sin acuerdo podría aumentar si a la debilidad del Gobierno de Theresa May en Londres se uniera una crisis gubernamental en Berlín, capital clave para sellar las condiciones de salida.
Bruselas también se encuentra en plena negociación con la Administración estadounidense de Donald Trump para intentar evitar una guerra arancelaria transatlántica. La Casa Blanca amenaza con imponer aranceles a productos europeos, en particular, a la industria automovilística alemana, como castigo al supuesto proteccionismo de la UE.
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha logrado contener de momento las iras de Trump. Pero fuentes europeas señalan que EE UU ha vuelto a endurecer el tono en los últimos contactos y que la batalla podría desatarse en el momento más inesperado. Y la debilidad política de Merkel puede convertirse en un tentador talón de Aquiles para los ataques de Trump contra Europa.
La situación interna del club europeo tampoco atraviesa su mejor momento, con casi un tercio de países con gobierno abierta o relativamente contrarios a Bruselas. Los choques institucionales se repiten con creciente frecuencia y el listado de países que amagan con el desacato a las normas comunitarias se extiende de Polonia a Italia o Hungría.
La Comisión esperaba llegar a la primavera de 2019 con un mensaje fuerte de fortaleza del club europeo, que contrarrestase las previsibles sacudidas del Brexit. Pero esa estrategia puede descarrilar si la sucesión de Merkel se adelanta y Alemania se hunde en una crisis política sin precedentes en la historia reciente.
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