Desde los inicios de la campaña presidencial de Trump ya se avizoraba que esta disputa China-Estados Unidos podía tener varias dimensiones y no resolverse a corto plazo.
«El mundo sabe quién infringe la soberanía de los pueblos». Así respondió recientemente en un comunicado emitido desde la Cancillería china, el Gobierno de ese país, a las nuevas acusaciones del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien acusó a la nación asiática de intentos de injerencia en el proceso electoral estadounidense de este año.
Y es que al parecer, las calumnias y las acusaciones están de moda si se gestan desde la Casa Blanca, y más aún, si tienen de blanco a países como China, Rusia e Irán y se acompañan de argumentos de todo tipo que pretendan justificar la desenfrenada guerra comercial que ee. uu. arrecia contra estas naciones en los últimos meses.
En sus calumnias, Pence ha dicho que China lleva adelante una «campaña coordinada» para minar el apoyo de Trump y militarizar el mar. Dijo además que moviliza a «participantes clandestinos, grupos de fachada y medios de propaganda» para conseguir cambios en la percepción de la política por parte de los estadounidenses, así como despliega prácticas económicas «depredadoras», entre otras cosas.
Por su parte, Beijing ha respondido que las declaraciones de Pence no son más que «calumnias», «declaraciones basadas en habladurías, confusión de lo correcto y lo incorrecto y creación de algo de la nada».
«Agregó que es muy ridículo que ee. uu. estigmatice su intercambio y cooperación normal con China bajo el pretexto de que China interfiere en los asuntos internos y elecciones de ee. uu.», señaló el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores chino, Hua Chunying.
Recordó que la política del gigante asiático siempre ha estado guiada por el principio de no interferencia en los asuntos internos de otros países y por tanto, no tienen ningún interés en entrometerse en los asuntos internos y elecciones de EE.UU.
«La comunidad internacional ya sabe bien quién infringe deliberadamente la soberanía de otros, interfiere en los asuntos internos de otros y socava los intereses de otros. Cualquier calumnia maliciosa contra China es fútil», agregó.
Como si no fuera suficiente, el Vicepresidente norteamericano también ha acusado a China de agresiones militares, robos comerciales y violación de derechos humanos, temas muy delicados pero bien conocidos ya en el lenguaje de la Casa Blanca a la hora de emitir criterios sobre determinadas naciones que le resultan «incómodas».
El propio presidente Donald Trump también había arremetido contra el Gobierno chino durante la última sesión del Consejo de Seguridad de la onu, reiterando que el Gobierno de Xi Jinping había «lanzado un esfuerzo sin precedentes para influir en la opinión pública estadounidense, en las elecciones legislativas de noviembre y en el ambiente que lleva a las elecciones presidenciales del 2020».
A propósito, la semana anterior fue noticia la suspensión del traslado de cargamentos de petróleo crudo desde ee. uu. hasta China, cuando el presidente de la empresa Merchants Energy Shipping Co, Xie Chunlin, reconoció que, aunque eran uno de los mayores transportistas de petróleo crudo desde Norteamérica hasta el gigante asiático y tenían un negocio «agradable», ahora está «completamente parado».
Pese a que el petróleo no está incluido en las listas de productos estadounidenses sancionados con nuevas tarifas arancelarias por parte de China, los importadores de petróleo se han abstenido de nuevos pedidos.
Esta situación también obliga al país asiático a comprar otros productos en América del Sur, deteriorándose aún más las relaciones entre Beijing y
Washington. Este último aumenta la imposición de sanciones comerciales hacia productos y mercancías chinas y el país asiático responde aplicando más impuestos a productos estadounidenses.
Consecuencias que ya se extienden
Desde los inicios de la campaña presidencial de Trump ya se avizoraba que esta disputa China-Estados Unidos podía tener varias dimensiones y no resolverse a corto plazo.
El propio Trump había afirmado que China era «la principal culpable de la caída económica y pérdida de empleo en ee. uu. por lo que decidió estudiar y analizar las alianzas financieras entre los dos países».
En este sentido, el secretario de Comercio y Desarrollo Económico de Hong Kong, Edward Yau Tang-wah, también ha mostrado preocupación y aseguró que el país asiático se prepara «para lo peor», refiriéndose a un mayor deterioro en las relaciones Beijing-Washington, por lo que su gobierno va a ayudar a pequeñas y medianas empresas de la región a aliviar su carga económica.
«Tras hablar con varias cámaras de comercio por novena vez en los últimos 7 u 8 meses, creo que el consenso general es que es poco probable que la disputa comercial entre ee. uu. y China se resuelva en el corto plazo», sostuvo Tang-wah.
Hasta este momento, no se prevé pueda existir un diálogo coherente y concientizado entre las dos grandes potencias, por lo que, al igual que Hong Kong, otras economías cercanas podrían verse seriamente afectadas. «Tenemos que prepararnos para lo peor y para el hecho de que esta batalla durará mucho», ha dicho el Secretario de Comercio y Desarrollo Económico japonés.
Al parecer, este tema seguirá centrando la atención mundial, sin una tregua evidente y muchos no escaparán a los daños colaterales de las «aguas turbias» a corto o mediano plazo.
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