El líder del grupo Popular en el Parlamento Europeo defiende la apertura comercial como el mejor antídoto contra el ascenso del populismo.
Manfred Weber (Niederhatzkofen, 46 años) se ha convertido esta semana en el primer aspirante a ocupar la presidencia de la Comisión Europea en 2019. Nada más anunciar su candidatura, el líder del grupo Popular en el Parlamento Europeo recibe en su despacho de la quinta planta a un reducido grupo de medios, entre ellos EL PAÍS. Weber defiende los valores fundamentales de la UE y la apertura comercial como el mejor antídoto contra el ascenso del extremismo, el populismo y el proteccionismo. Pero se muestra dispuesto a “tender puentes”, un diálogo que le lleva a defender la permanencia en su grupo de Viktor Orban y a no descartar el entendimiento con Matteo Salvini.
Pregunta. Usted es alemán y aspira como tal a presidir la Comisión. ¿Tiene ya el respaldo del Gobierno de Angela Merkel?
Respuesta. Ya he recibido de manera oficial el apoyo de mi partido, la CSU [conservadores de Baviera]. Y el partido de la canciller, la CDU, tomará su decisión el próximo lunes.
P. Pero usted ha estado en Berlín con Merkel. ¿Cuál es su impresión?
R. Es cierto, tengo contacto regular con ella como con otros líderes. Pero para mí es importante subrayar que soy el líder del mayor grupo político en el Parlamento Europeo, el PPE [Partido Popular Europeo] y como tal aspiro a un puesto ejecutivo en la UE. No concurro como bávaro ni como alemán, sino como líder de ese grupo. Y lo que quiero es que se normalice a nivel europeo, como ya ocurre a nivel nacional, que el líder del mayor grupo parlamentario puede convertirse en el líder ejecutivo. A nivel nacional es una cosa absolutamente aceptada. Y debemos practicar lo mismo a nivel europeo para que la gente compruebe que se aplican también aquí las reglas democráticas a las que están acostumbrados.
P. ¿Teme que la etiqueta de “candidato de Merkel” le quite apoyos en países como Grecia, Italia, Polonia o la propia Alemania?
R. Creo que necesitamos un espíritu europeo común y dejar de hablar en primer lugar de los intereses nacionales. Y necesitamos más que nunca tender puentes. Yo no me presento como un candidato alemán, sino como un líder político. Ya he organizado mi grupo parlamentario. Somos el grupo más unido en cuanto a coherencia de voto y hacemos una gran contribución al proceso legislativo. Tenemos demasiadas fuerzas políticas y líderes que apuestan por la división o por profundizar las fisuras en la Unión. Quiero ser un político que une. Lo he hecho a nivel de grupo y ahora quiero hacerlo a un nivel mayor.
P. ¿Hasta dónde pueden llegar esos puentes que quiere tender? ¿Estaría dispuesto a colaborar con partidos como la Liga en Italia o FPÖ en Austria?
R. Mi mensaje principal es que permanezcamos unidos, que nos escuchemos unos a otros y dejemos de quejarnos sobre los demás. Si nos escuchamos, podemos llegar a un entendimiento, ese es nuestro trabajo.
P. ¿Aceptaría entonces los votos de un partido como el de Salvini para ser investido presidente de la Comisión?
R. Cuando miro el panorama político europeo veo a Salvini, a Kaczynski, a los socialistas en Rumanía… Esa es la realidad. Puedo soñar con otra [Europa], pero es lo que hay. Y debemos trabajar juntos y encontrar un punto en común. Y creo que no es tan difícil si buscamos compromisos, si no intentamos que haya ganadores y perdedores. Debo recordar que el punto de partida del Brexit fue la decisión de David Cameron de sacar a su partido del PPE. Esa promesa desencadenó el proceso de salida del Reino Unido. Y no quiero que se repita ese proceso en otros países de Europa del Este o en cualquier otro lugar. Debemos permanecer unidos.
P. Entonces, ¿no excluye el diálogo con Salvini?
R. Prefiero no hacer comentarios sobre partidos concretos. Pero para mí el bloque central del espacio político debe estar ocupado por partidos comprometidos con Europa. No diría proeuropeos sino partidarios de colaborar, de sentarse a trabajar juntos y encontrar un compromiso. Esos partidos son el futuro de la UE. Pero hay que recordar que en la última investidura, la de Jean-Claude Juncker en 2014, solo se superó la mayoría necesaria por 45 votos y eso que se unieron las tres familias políticas proeuropeas, PPE, socialistas (S&D) y Liberales (Alde). Así que las próximas elecciones serán decisivas obre el futuro del continente. Ya no serán un asunto secundario, como la última vez. Será una decisión histórica y no se trata de abrir brechas y divisiones sino de tender puentes y cooperar para mantenerse unidos.
P. La unidad de su propio partido pasará una prueba de fuego la semana que viene. El Parlamento debe pronunciarse sobre la presunta deriva antidemocrática del Gobierno húngaro de Viktor Orbán, miembro del PPE.
R. Yo creo en una Europa de valores. Lo que nos mantiene unidos no es la economía sino nuestros valores fundamentales y dentro del PPE no hay ninguna tolerancia con los ataques contra esos valores. En el pasado, siempre hemos apoyado la actuación la Comisión Europea en el caso húngaro. Ahora, me preocupan personalmente dos puntos en concreto, como la ley húngara sobre las ONG y la de las universidades. No puedo entender que una universidad no pueda funcionar solo por quien es su propietario o quien aporta la financiación [George Soros]. Pero el voto final lo decidiremos el próximo martes.
P. Incluso si el PPE ganara las elecciones, el nombramiento del presidente de la CE depende, en gran parte, de la aprobación de los Gobiernos de la UE. ¿Tiene sentido presentar candidaturas como la suya que, tal vez, no lleguen a ningún sitio si los gobiernos la rechazan?
R. La presentación delante de los electores de un candidato y de un programa es una idea muy poderosa. Y si no seguimos adelante con ese proceso, si no se respeta la democracia, nos exponemos a destruir la Unión Europea. Mire lo que ocurrió con el Brexit. Una de las lecciones del Brexit es que la gente considera que no puede influir en el proceso de decisión en Bruselas. Y de ahí el lema “queremos la soberanía de vuelta” tan frecuente en Reino Unido. Debemos decirle a la gente que ya disponen de soberanía a través del procedimiento parlamentario. Me inquieta que todavía haya que discutir sobre procedimientos y valores democráticos tan básicos. Tenemos que dejar de ver Europa como un proceso burocrático y diplomático. Tenemos que politizarla, actuar de manera democrática y devolvérsela a la gente.
P. Usted plantea como parte de su programa electoral la necesidad de “preservar el modo de vida europeo”. Y en el pasado ha descrito al cristianismo como parte del ADN europeo. Puede haber quien se sienta excluido en ese modelo.
R. La identidad será uno de los temas dominantes en la campaña electoral. Y para mí es importante explicar que hay un modelo de vida europeo, una identidad europea. En toda Europa tenemos democracia, Estado de derecho, economía social de mercado, igualdad de trato entre hombres y mujeres, separación de Estado e Iglesia… Tenemos muchas cosas en común. Cuando oigo hablar de identidad nacional me pregunto qué diferencia hay entre un austriaco, un italiano, un español o un holandés cuando se trata de principios y valores fundamentales. Por supuesto el transcurso histórico de cada país ha sido distinto, pero tenemos muchísimo en común. Y cuando se traslada eso a nivel mundial, en el G7 o en el G20, ¿quién va a levantar la mano para defender una política comercial que tome en cuenta la ecología y el cambio climático? ¿Van a defender eso Trump o Xi Jinping? No, tiene que ser Europa. ¿Quién va a pedir que se incluyan estándares sociales en los acuerdos comerciales? ¿China, Brasil? Tenemos mucho que aportar y defender a nivel mundial. Y si nos dividimos, si no reconoceos que hay una identidad europea, el modelo europeo no podrá sobrevivir.
P. ¿Cabe Turquía dentro de esa identidad europea?
R. No, Turquía no puede formar parte de la UE. Es un país muy importante para nosotros y debemos establecer una gran red de acuerdos bilaterales, pero no puede ser miembro de la UE.
P. ¿Por qué no? ¿Por una cuestión geográfica, de religión…?
R. En los Balcanes occidentales tenemos regiones con mayoría de población musulmana y son parte de la Unión Europea y otras que deben tener una perspectiva de integración europea. No se trata en absoluto de una cuestión de fe. Pero debemos encontrar una definición sobre lo que es territorio europeo y lo que no lo es. Ya dijimos claramente que no a Marruecos, que en su día pidió ingresar. Y si pregunto en la calle, aquí en Bruselas, si Budapest, Sofia o Belgrado son parte de Europa, la gente dirá que están muy lejos, pero son parte de Europa. Si pregunto si una región que limita con Irak es Europa, el 99% dirán que no.
P. Pero en 2005, cuando se abrieron las negociaciones de adhesión se dijo que Turquía era Europa.
R. No quiero hacer comentarios sobre decisiones, solo doy mi posición.
P. Si llega a la presidencia de la Comisión, ¿cuáles será sus prioridades?
R. El siguiente paso en el desarrollo de la Unión Europea debe ser la política de defensa y la política comercial. Hay que integrarse más en ambos terrenos. Y para lograrlo, los Estados miembros deben sustituir la unanimidad por la mayoría cualificada en esas políticas. Europa ya es un gigante económico y tiene una política comercial poderosa. Pero somos débiles políticamente y por eso quiero dar vida a un gigante político. Pero quiero también hacer propuestas concretas, porque la UE tiene muchos enemigos, dentro y fuera, y para mantenerse unidos hay que ofrecer soluciones. Por eso me comprometeré a que en un plazo de cinco o seis años se pueda ofrecer una respuesta a un problema que afecta a tanta gente como es el cáncer. Si unimos nuestros recursos, nuestro conocimiento y nuestro dinero se puede lograr. Solo unidos podemos ofrecer una respuesta al cáncer.
P. La pasada legislatura ha estado marcada por la crisis de la zona euro y la crisis migratoria. ¿Qué balance hace de la gestión europea?
R. Una de las lecciones de la crisis económica es que debemos contar con un mecanismo que tome en cuenta las inquietudes de los países bajo programa [rescatados]. Esos países merecen respeto. Pero aparte de eso, quiero aprovechar la economía como base para una campaña de recuperación de la confianza. Porque hemos sido nosotros, el PPE, quienes hemos logrado la recuperación. Han sido Enda Kenny, Mariano Rajoy, Passos Coelho, Samaras, Anastasiades… La campaña de 2014 fue la de la austeridad. Pero ahora quiero decirle a la gente que lo hemos logrado. Tenemos crecimiento y una buena evolución. Y así es como se combate el populismo. Explicando a la gente que nosotros dijimos la verdad, gestionamos la situación y logramos la recuperación Por eso voy a reivindicar la herencia de esos líderes del PPE.
P. ¿Y en migración y asilo?
R. Una de las propuestas estrella, las cuotas de reparto, ha naufragado, y varios países, como Hungría o Polonia, se han negado en redondo a asumir el reparto. Todo el mundo debe respetar las normas y por eso apoyo la propuesta de Juncker para incluir en el próximo marco presupuestario un mecanismo que permita forzar a un Estado miembro a cumplir con lo que se ha comprometido. Pero también pienso que en este caso hace falta mucho diálogo político, hablar unos con otros. Creo que empieza una nueva fase. Y que alguna de las ideas y mecanismos que se estaban debatiendo hasta ahora no reflejaban la idea de llegar a un compromiso.
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