Un año después de los peores incendios de la historia del país, el fuego devasta la zona de Monchique, en el Algarve luso
Un incendio forestal en el Algarve luso avanza descontrolado por quinto día consecutivo
Portugal declara el Estado de Catástrofe por los incendios en los que han muerto al menos 38 personas
Seis días después de su inicio, el avance descontrolado del macroincendio que actualmente afecta la zona de Monchique, en el Algarve portugués, ha desatado el pánico entre la población local. A última hora de la tarde del miércoles, el fuego, que ya ha devorado más de 20.000 hectáreas, había alcanzado las afueras de la villa medieval de Silves. Las llamas se han propagado con tanta rapidez que no ha dado tiempo para alertar a los ciudadanos de la zona, muchos de los cuales han reaccionado con sorpresa al ver agentes de la Guardia Nacional Republicana (GNR) aparecer ante sus puertas y hacerles abandonar sus casas con apenas la ropa que llevan puesta.
Los políticos locales se han quejado de la brusquedad con la que los agentes de la GNR han actuado, señalando el uso de fuerza desmesurada contra los residentes locales, muchos de los cuales son ancianos que se han visto seriamente afectados por la confusión con la que se ha llevado a cabo la operación. Varios ciudadanos han denunciado que fueron obligados a abandonar sus mascotas en la huida, mientras que otros han criticado la falta de información. Varios canales de televisión lusa han capturado el pánico que se vive en esta parte de la villa, donde el fuego se aproxima a al menos un almacén lleno de material combustible; las autoridades han reconocido que se han visto sorprendidos por la velocidad con que ha avanzado el incendio, y los propios medios se han visto obligados a abandonar la zona.
En el cercano litoral algarvío el cielo azul se ha visto completamente ennegrecido por el humo del incendio, en el que participan 1.500 efectivos, además de dos aviones antiincendios enviados desde España. El incendio se encuentra cada vez más cerca de una de las playas que son joyas turísticas de Portugal, que actualmente se encuentran llenas de cientos de miles visitantes veraniegos.
El tamaño del incendio, que afecta el interior del Algarve desde el pasado viernes, ha generado críticas hacia el Gobierno portugués justo un año después de que se produjeran los peores fuegos forestales de la historia del país vecino. En junio de 2017 64 personas murieron en el devastador incendio de Pedrógão Grande, y el siguiente octubre medio centenar de personas perdieron la vida en los fuegos forestales que arrasaron con el centro de Portugal.
Críticas de los bomberos
Ante la consternación popular suscitada por la muerte de más de 115 personas entre las llamas, el Ejecutivo del socialista António Costa anunció una ambiciosa serie de medidas para revolucionar la manera en la que el Estado luso responde a este tipo de situación, pero durante meses los expertos han denunciado que las acciones tomadas han sido insuficientes para realmente alterar la realidad de un país que parece arder cada verano. Ya en mayo, cuando comenzó la época alta de incendios en Portugal, la gestión del Gobierno fue cuestionada cuando los medios lusos revelaron que los equipos especiales creados para la lucha contra los incendios carecían de elementos básicos como coches, radios y guantes, y el mes pasado hubo nuevas críticas cuando se entregaron nuevos vehículos de bomberos que no tenían capacidad para bombear agua.
En esta ocasión las dos principales asociaciones de bomberos de Portugal han censurado a la Autoridad Nacional de Protección Civil (ANPC) por la “desorganización total” del combate contra las llamas y alegado que faltan medios para hacer frente al incendio. En declaraciones al diario ‘Público’, el presidente de la Asociación Nacional de Bomberos Profesionales (ANBP), Fernando Curto, ha denunciado la mala coordinación de los efectivos y criticado el mal uso de las aeronaves a disposición del Estado, afirmando que “la estrategia y las tácticas empleadas han sido erradas”.
El líder de la ANBP ha ido más allá y señalado su desacuerdo con la política general del Ejecutivo al solicitar una reunión urgente con el ministro de Administración Interna, abiertamente cuestionando cómo es posible que se vuelva a producir un incendio de estas dimensiones tras la puesta en marcha de tantas medidas que supuestamente imposibilitarían la reproducción de las situaciones dramáticas vividas el año pasado. Por su parte, el presidente de la Asociación Portuguesa de Bomberos Voluntarios (APBV), Rui Silva, ha declarado que las poblaciones afectadas no están encontrando ayuda en momentos claves, y que los efectivos desplegados por la zona sienten que no están siendo utilizados de la mejor manera posible.
Tanto la ANPC como el Ejecutivo luso se han defendido de las críticas, afirmando que en una situación de semejante complejidad son inevitables algunos fallos. En declaraciones a la prensa lusa esta tarde el primer ministro Costa ha asegurado que sin las medidas promulgadas por su Gobierno el incendio de Monchique sin duda tendría una dimensión mucho mayor y descartó que el fuego sirviera para analizar la capacidad del país vecino para lidiar con este tipo de situación.
Costa declaró que el incendio “es la excepción que confirma la regla de nuestro éxito”, y sentenció que la lucha contra el incendio se estaba prolongando no por fallos en la estrategia, sino por las características particulares del terreno y las condiciones climáticas extremas vividas en Portugal, donde se registraron temperaturas por encima de los 45 grados el pasado fin de semana. El primer ministro concluyó pidiendo cautela, y también señalando que todavía podrían pasar varios días antes de que el incendio de Monchique se logre dominar y apagar.
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