Crece la indignación entre los griegos, que acusan al Gobierno de falta de preparación ante el fuego y lentitud en la respuesta.
Cuando, en la mañana el jueves, el ministro de Defensa griego, Panos Kammenos, ha llegado a Mati, ningún vecino quería verle la cara. A su lado, rodeado de cámaras y micrófonos, se ha formado un corrillo de gente visiblemente enfadada: absolutamente nadie le ha dado la bienvenida al pueblo, el más afectado por los incendios de este pasado lunes.
«Dejasteis que nos quemásemos vivos. Nos abandonasteis a la merced de Dios. ¿Por qué no nos evacuasteis? ¿Dónde estabais? Nos dijisteis que nos tirásemos al agua. ¿Cómo pretendéis que la gente mayor se lance al mar?», le preguntaba al ministro, entre sollozos, una vecina cuya casa ha quedado destrozada por completo. No encontró respuesta por parte del político porque algunos vecinos, al escapar del fuego, no murieron por las llamas, sino precipitándose a las rocas o ahogándose en el mar.
Tres días después de la noche fatal, cuando Mati ardió entera, el shock empieza a desvanecerse y surgen las preguntas, la rabia y la frustración. Aún hay decenas de desaparecidos —la prensa griega dice que son entre 100 y 150—, y la cifra de muertos va escalando a cada hora: está en 85 pero podría, según las estimaciones, superar el centenar.
Algo ha fallado cuando este incendio, el más mortífero en Grecia de este siglo, ha afectado un territorio diez veces menor que el de 2007 pero lo supera en muertos. Entonces fueron 70. La sociedad griega empieza a buscar culpables: los dedos señalan al Gobierno. «No había plan estipulado. La orden de evacuación llegó cuando el fuego ya había entrado en barrios residenciales: demasiado tarde. Y nadie dijo a la gente cómo y a dónde ir. Por eso muchos quedaron atrapados», dice el diario de centroizquierda ‘To Vima’, uno de los más influyentes del país.
Reparación de daños
El Gobierno de Atenas, este jueves, ha anunciado un paquete de medidas para ayudar a los afectados. Las autoridades darán 10.000 euros y un puesto de funcionario a los familiares de fallecidos —a los que lo quieran—, 5.000 a la gente cuyas viviendas han sido destruida y 8.000 por cada negocio quemado.
«Se han apresurado a anunciar las medidas de apoyo a los afectados por el fuego, pensando que así podrán esconder sus responsabilidades —dice este diario—. Pero es obvio que alguien no ha hecho su trabajo como tocaba. Ni una disculpa; ni una dimisión».
Los fuegos -que el lunes llegaron a ser 11 simultáneos-, ya están bajo control, aunque no todos están aún sofocados. Un tribunal de Atenas ya ha empezado a investigar si ha habido negligencias en la gestión de la crisis, y las posibles causas del fuego —el Gobierno apunta, como máxima hipótesis, que ha sido intencionado.
«La Policía, los bomberos y la Guardia Costera hicimos todo lo que pudimos, pero no había ningún plan. El Gobierno y nuestra dirección improvisaron la respuesta. Evidentemente no funcionó», explica un miembro de un sindicato de bomberos griego a EL PERIÓDICO. Prefiere que su identidad quede en el anonimato.
Las autoridades se justifican en el hecho de que el viento, el lunes por la tarde, cambiaba de dirección a cada rato; y que las ráfagas —de casi 100 kilómetros por hora— eran tan fuertes e imprevisibles que hicieron inútil cualquier esfuerzo para parar las llamaradas.
Razones, para este bombero, que no son suficientes: «Lo que importa es que por estas fechas siempre hay incendios. Tendría que haber habido un protocolo, pero no había nada. El mensaje que se dio a los vecinos fue de tirarse al mar: sálvese quien pueda», dice visiblemente enfadado.
«Se repetirá»
Del total de 187 heridos por el fuego, 64 permanecen hospitalizados —10 de ellos en estado crítico. «Espero que lo que ha pasado sirva para abrir un debate sobre las causas y las responsabilidades de esta tragedia —pide un policía, que tampoco quiere dar su nombre—. Necesitamos una planificación a largo plazo y más recursos en prevención. Nuestros políticos son unos hipócritas. Mientras sigan en sus disputas partidistas, hablando mucho pero sin hacer nada, desastres como este se repetirán».
el periodico