Ministerio libanés de Información
Donald Trump inició en enero una imposición generalizada de aranceles a las importaciones de miles de productos de todo el mundo, argumentando que se protegía a los trabajadores estadounidenses de la competencia desleal de otros países productores. Sin embargo, su efecto puede ser justo el contrario.
Si los aranceles al acero que aprobó Bush en 2002 destruyeron unos 200,000 empleos y los de Reagan en 1981 acabaron con 32,000 puestos de trabajo, este mayor ataque a las importaciones que ha acometido la Administración Trump puede suponer incluso más pérdidas. Por el momento, sólo en el sector del automóvil, se estima en unos 100,000 empleos menos en 2019.
Así lo asegura un informe de Oxford Economics, que estima que Trump podría cumplir su amenaza de imponer gravámenes al sector automovilístico europeo, lo que puede perjudicar hasta en un 0.1% el PIB de Estados Unidos en 2019, con el consiguiente recorte de puestos de trabajo.
Los investigadores señalan que los aranceles pueden suponer un incremento de precio de los productos de cara al consumidor final, lo que puede reducir las ventas, especialmente en productos tan caros como un automóvil.
“Los mayores precios de los vehículos importados y sus piezas se filtrarían a los productores y consumidores, limitando los desembolsos y la inversión. Aunque la subida de precio de los vehículos extranjeros causaría algún efecto sustitutivo, la utilización de la capacidad en el sector de la automoción está cerca del 80% – alrededor de su nivel histórico a largo plazo – lo que indica que es probable que la oferta responda con lentitud. Además, los precios más altos para las piezas de automóviles también pesaría sobre la producción doméstica a través de multinacionales extranjeras (como Volkswagen o BMW) ubicadas en Estados Unidos”, señala el informe.
Estados Unidos importó el pasado año vehículos para el transporte de pasajeros por valor de 43,000 millones de dólares.
EL economista
