Emilia-Romaña (Italia)
Entre la Toscana y el Véneto, y quizá eclipsada por ambas, la región italiana de Emilia-Romaña encabeza el ránking ‘Best in Europe 2018’ de Lonely Planet, que recoge los mejores destinos a los que viajar este año en el continente europeo. Aquí nacieron tradiciones culinarias como el ragú de Bolonia, el queso ‘parmigiano reggiano’, el jamón de Parma o el vinagre balsámico de Módena, ciudad de la Osteria Francescana, considerado el segundo mejor restaurante del planeta. Pero aparte de la gastronomía, Emilia-Romaña invita a conocer los magníficos pórticos de Bolonia, medieval y universitaria; Rávena y sus mosaicos bizantinos; la renacentista Ferrara, o las playas de Rímini. También a adentrarse en el Parco Nazionale dell’Appennino Tosco-Emiliano, desde Reggio Emilia. Y entre las novedades para este año destacan el FICO, el parque temático culinario más grande del mundo, en Bolonia, y el restaurado Cinema Fulgor, en Rímini, que incluye un museo dedicado al cineasta Federico Felline. emiliaromagnaturismo.it
Cantabria (España)
Ajena a la fórmula de sol y playa que masifica otras zonas de la península, Cantabria seduce por la buena vida del norte, gracias, entre otras razones, a la revitalización del frente marítimo de Santander con la inauguración del Centro Botín (en la foto, vistas hacia el paseo de Pereda), proyectado por Renzo Piano, y el centenario del parque nacional de los Picos de Europa, el más antiguo de España. Y es que esta región española llama la atención de los viajeros internacionales por su enorme variedad de paisajes y recursos (costa y montaña) en un espacio limitado: playas agrestes y de arena fina arropadas por acantilados (más de 90 en 220 kilómetros de costa); pueblos históricos como Comillas o Santillana del Mar; pintorescas villas marineras o cuevas con arte rupestre tan famosas e importantes como Altamira, o con formas geológicas tan impresionantes como El Soplao. turismodecantabria.com
Frisia (Países Bajos)
La provincia holandesa de Frisia toma protagonismo a través de la pequeña ciudad de Leeuwarden, Capital Europea de la Cultura 2018. Tiene en común con Ámsterdam sus canales bordeados por casas históricas (en la foto) y su animada cultura de cafés. Este año, además, Leeuwarden acogerá festivales, actuaciones y eventos, como la exposición dedicada a uno de los hijos predilectos de la ciudad, el artista M.C. Escher, en el Fries Museum (aunque quizá su ‘hija’ más famosa sea la espía-bailarina Mata-Hari). La región de Frisia también cuenta con joyas desconocidas por descubrir, como las cuatro islas del mar de Frisia, patrimonio mundial, donde se puede caminar entre dunas de arena, playas kilométricas y llanuras de marea. Este año, además, se estrena una nueva ruta artística, ‘Sense of Place’, que es todo un homenaje al paisaje de la región. friesland.nl/en
Kosovo
Destino emergente y casi desconocido, este pequeño país en pleno corazón de los Balcanes celebra en 2018 diez años de discutida independencia (solo está reconocida por 112 de los 193 países miembro de Naciones Unidas). Cuenta con la media de población más joven de Europa, cuyo dinamismo se abre paso en la escena continental. En Kosovo podremos visitar monasterios ortodoxos escondidos en bosques, como el de Visoki Decani, en Deçan; fabulosas cascadas como las de Mirusha y recorrer ciudades de aire otomano como Prizren (en la foto). También adentrarnos en el tramo kosovar de la Vía Dinarica, ruta senderista que atraviesa los Balcanes, y asistir al Docufest, festival de cine documental en Prizren. Y como broche, una escapada enológica por la región de Rahovec. kosovo-informacion.com
Provenza (Francia)
Esta región personifica el arte francés del buen vivir, entre campos de lavanda (en la foto, la abadía de Senanque), olivares y encantadores pueblos de un litoral trufado de calas entre calanques (acantilados). Marsella es el contrapunto urbano (bares de moda, restaurantes con estrella Michelin, un interesante panorama artístico contemporáneo) a los paisajes que cautivaron a Van Gogh y Cézanne, así como a las aguas color turquesa de Gorges du Verdón, entre paredones de roca caliza, la romana ciudad de Arlés o la elegante Aix-en-Provence. En 2018, además, se inaugura la nueva sala de la Fondation Carmignac, en la Île de Porquerolles (frente a la costa de Hyères), enriqueciendo un programa artístico que ocupará además los antiguos garajes de la Fondation Luma, en Arlés, diseñada por Frank Gehry. la-provenza.es
Dundee (Reino Unido)
La ciudad escocesa de Dundee está de estreno: el próximo mes de septiembre inaugurará la nueva sede del Victoria & Alberto Museum (vandadundee.org). Este espectacular edificio de hormigón al borde del Craig Harbour (en la imagen, a la izquierda), obra del arquitecto japonés Kengo Kuma, e inspirado en los acantilados escoceses, forma parte de un amplio proyecto de regeneración urbana en Dundee, nombrada Ciudad del Diseño por la Unesco en 2014. Se ha transformado su histórico frente marítimo (a orillas del río Tay) para acoger al más visionario talento creativo británico justo donde se encuentra el Discovery Point (en la foto, a la derecha), los tres mástiles del barco del explorador polar Robert F. Scott (rrsdiscovery.com), contrapunto histórico a la nueva arquitectura vanguardista de la ciudad.
Cícladas menores (Grecia)
Fuera de los radares turísticos más convencionales, este es uno de los últimos refugios del Mediterráneo, donde la vida sencilla se vuelve más intensa. Este grupo de islas griegas repartidas entre Naxos y Amorgos, de playas limpias y ritmo tranquilo, la mayoría casi desconocidas, comienzan a ser muy visitadas. Como Koufonisia, una de las cuatro habitadas (junto a Donousa, Iraklia y Shinousa), con sus tabernas, casas tradicionales y cada vez más conexiones en ferri. También han crecido los hoteles y apartamentos, pero ha logrado conservar su encanto. Si queremos tranquilidad total hay que escaparse a Schinousa, donde apenas encontraremos una calle (larga y estrecha) y varias playas. En Iraklia todo es serenidad y silencio, y en Donousa el tiempo parece detenerse por completo, especialmente fuera de temporada. visitgreece.gr
Vilna (Lituania)
Entre las capitales bálticas, Vilna se ha convertido, poco a poco, en una atractiva alternativa. La ciudad tiene una historia apasionante (y desgarradora en ciertos momentos), cuya huella queda patente en su magnífico casco antiguo (en la foto) y en el antiguo gueto judío. Sin embargo, también es una ciudad joven y con energía, que respira modernidad. Por ejemplo, en el barrio de Uzupis, con sus renovados espacios creativos y bares de cerveza artesana que rivalizan con nuevos restaurantes de estilo neo-nórdico. Artistas, soñadores y okupas han proclamado Uzupis como un ‘estado independiente’, con presidente, himno y constitución incluidos. El Día de los inocentes (1 de abril) los ciudadanos de esta ‘república’ festejan el carácter no oficial de su estado, repleto de galerías y talleres de artesanos. Además, 2018 es un año especial en Vilna, ya que se conmemora el centenario de la Declaración de Independencia de Lituania, con celebraciones durante todo el año. visitlithuania.net
Valle del Vipava (Eslovenia)
Eslovenia tiene fama de producir algunos de los mejores vinos del este europeo, especialmente los que provienen del valle de Vipava (en la foto), de clima mediterráneo, vientos frescos de invierno y una tierra fértil bordeada por los escarpados altiplanos kársticos. Eso sí, casi nadie conoce los paisajes de este valle del sureste del país, que en algún momento podrían trasladarnos a la Toscana italiana; pueblos con iglesias góticas y tejados rojizos, viñedos encaramados en las colinas y pequeñas explotaciones viticultoras que mantienen las variedades y técnicas locales. Vipava es perfecto para moverse en coche o en bici, ofrece fantásticas propuestas ‘gourmet’ e invita a detenerse en alguna de sus bodegas para probar sus excelentes vinos. Las dos localidades más interesantes son Ajdovscina y Vipaya. winestronaut.com
Tirana (Albania) La capital de Albania sigue siendo un misterio para el resto de los europeos, pero tras varias décadas desde la caída del comunismo, se ha convertido en uno de esos destinos perfectos para descubrir algo diferente, casi exótico, sin necesidad de ir demasiado lejos. Después de una transformación espectacular, Tirana luce sus antiguos edificios grises de la época comunista pintados de colores, así como calles y plazas peatonales. Es ruidosa, un poco loca, pero enormemente pintoresca. Resulta recomendable subir en teleférico desde el centro hasta el monte Daiti para tener una buena vista panorámica, y después descender para disfrutar de los cafés de Blloku, el barrio de moda, que acoge a una burguesía renovada asidua de bares y locales ’boutique’. Hay que entregarse al ‘slow food’ local en alguno de los restaurantes del momento, y de noche lanzarse, por ejemplo, con un circuito de coctelerías. albaniantourist.com
Más información en ‘Best in Europe 2018’ y en lonelyplanet.es
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