Ante el rechazo del bloque del Norte a la mutualización de la deuda, la Comisión Europea lanzará en unos días una propuesta de los bonos soberanos rebajada
No habrá grandes reformas del euro. Cada vez más consciente de las reticencias del Norte para abordar avances ambiciosos en la arquitectura de la eurozona, Bruselas se conforma con apuntalar la unión bancaria, crear un sucedáneo del presupuesto que reclama Emmanuel Macron y deja el debate de los eurobonos (un activo seguro común) para 2025. La Comisión Europea lanzará en unos días una propuesta de eurobonos light: titulizaciones de los bonos soberanos de la eurozona, al estilo de los activos hipotecarios que detonaron la crisis financiera en EE UU
“Una nación abrumada por la crisis busca una nueva burbuja donde invertir”, decía el semanario satírico The Onion al inicio del huracán económico desatado en 2008. Sin llegar a tanto, la Comisión Europea lleva años tirando de la misma ingeniería financiera que provocó la Gran Recesión para intentar salir de ella. El Plan Juncker es un gigantesco vehículo financiero basado en el apalancamiento (por cada euro de capital hay varios de deuda para multiplicar sus efectos) con el objetivo de elevar la inversión, que aún así no termina de volver. Bruselas vuelve una y otra vez a esa versión moderna de la multiplicación de los panes y los peces: el vicepresidente comunitario Valdis Dombrovskis presentará la semana próxima nuevos mecanismos financieros —sovereign bond-backed securities, SBBS, nada menos— para tratar de “reducir las vulnerabilidades que quedaron expuestas a partir de la crisis de 2007-2008”. La propuesta de la Comisión es hacer el diseño de estos productos para que luego los desarrolle el sector privado.
La versión europea de la crisis global funciona, básicamente, a partir del bucle infernal entre la deuda pública y los balances de los bancos: cuando hay crisis financieras se disparan los tipos de interés de la deuda pública porque el mercado sospecha que los Gobiernos acabarán salvando a los bancos, y cuando hay crisis de deuda soberana las acciones del sector financiero sufren porque las entidades europeas esconden en sus balances un empacho de bonos soberanos. Bruselas, el FMI y los economistas europeos son conscientes de que para romper ese círculo vicioso hay que poner en marcha una unión bancaria digna de ese nombre, un presupuesto anticrisis con potencia de fuego suficiente y un activo europeo libre de riesgo, los eurobonos. Pero Berlín y sobre todo varios socios del Norte bloquean cualquier avance. Así que Bruselas busca sucedáneos: en junio habrá algún paso hacia la unión bancaria y un minipresupuesto anticrisis. Y la Comisión, consciente de que los eurobonos están vetados en Alemania y otros países del Norte, presenta alternativas para tratar de caminar en esa dirección.
El SBBS europeo es una obra de ingeniería financiera: “No supone ninguna mutualización de riesgos entre Estados miembros”, dice un borrador al que ha tenido acceso este periódico. Se trata de agrupar la deuda soberana de los países del euro (en función del peso de cada uno en el BCE; en el caso de España, alrededor del 10%) en un vehículo estructurado como el de las hipotecas estadounidenses, con un tramo sénior (el de mayor calidad) que corresponde al 70% del valor, y uno o varios tramos júnior (de peor calidad, como ocurría con las subprime) que sirva como protección del tramo sénior. En resumidas cuentas, una especie de CDO (obligaciones de deuda colateralizadas, uno de los activos financieros estrella de la Gran Crisis, con su ensalada de siglas ininteligibles).
Ninguna posibilidad
Bruselas propone además un cambio regulatorio para que ese nuevo eurobono light tenga el mismo tratamiento de riesgo que los bonos soberanos de la zona euro, con lo que se alinea con varias propuestas académicas lanzadas sin éxito durante los últimos años.
La Comisión cree que esos nuevos SBBS podrían permitir a los bancos y otras instituciones financieras —como planes de pensiones, fondos de inversión o hedge funds— “diversificar sus exposiciones en deuda soberana”: en los balances de los bancos españoles hay sobre todo deuda pública española, lo que multiplica los problemas cuando aparece una crisis. Además, contribuirían a “debilitar el vínculo financiero-soberano” y a “elevar la oferta de activos de bajo riesgo denominados en euros”. Los eurobonos light “podrían aliviar la huida hacia los países más fuertes en caso de crisis”, como ocurrió en 2012, y elevarían el atractivo de la deuda pública de algunos países a ojos de los inversores internacionales, siempre según la propuesta, de la que desconfían los inversores privados y las agencias de calificación a pesar de los esfuerzos europeos.
“Esa idea nace muerta: no hay en este momento ningún apetito para un instrumento financiero de ese tipo, que tampoco va a gustar en Berlín, y no se entiende por qué la Comisión los pone ahora sobre la mesa, salvo que quiera que parece que esté haciendo algo”, decían ayer fuentes del mercado. Bruselas subraya que el objetivo último es reducir los riesgos en el sector privado (en vista de que los genuinos eurobonos no tienen ninguna posibilidad) y, en último término, seguir dando pasos hacia la unión bancaria y la unión del mercado de capitales.
A la espera de las propuestas francoalemanas, el nerviosismo en las instituciones europeas por la falta de consenso sobre las reformas del euro es cada vez más patente. “Todo el mundo espera que la canciller Angela Merkel se mueva, pero no se prevé ninguna revolución”, según las fuentes consultadas. El jefe del BCE, Mario Draghi, puso la semana pasada en Florencia el acento en el mínimo exigible: un respaldo fiscal para el Fondo de Resolución Bancaria. Puede que haya también la enésima hoja de ruta sobre el fondo de garantía de depósitos. Y un presupuesto mínimo. Con esos mimbres, sucedáneo va para palabra del año en Europa en lo relativo a la reforma de la Unión Económica y Monetaria.
El Pais