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La malnutrición amenaza el mundo

La obesidad mata cada año tantas personas como el hambre. Anualmente más de 2,6 millones de personas, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), mueren debido a esta epidemia
En un mundo de paradojas como este, mientras el hambre domina de un lado, su peor antítesis gana terreno del otro. Y de ambos flagelos nace una preocupante conclusión: la humanidad se enfrenta a una situación nutricional grave.
«Unos 2 000 millones de personas carecen de micronutrientes clave como el hierro y la vitamina A; 52 millones de niños padecen emaciación (pérdida involuntaria de más del 10 % del peso corporal)… El 88% de los países soportan la pesada carga de dos o tres formas de malnutrición (retraso del crecimiento en la infancia, anemia en las mujeres en edad reproductiva o sobrepeso en las mujeres adultas), y los progresos respecto a las metas mundiales de nutrición evolucionan con lentitud», señala el Informe de la Nutrición Mundial del 2017.
Si los datos no fuesen del todo claros, basta saber que en el planeta una de cada tres personas está malnutrida.
La obesidad mata cada año tantas personas como el hambre. Anualmente más de 2,6 millones de personas, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), mueren debido a esta epidemia; definida como el exceso de grasa corporal debido a un desequilibrio energético ocasionado por una alta ingesta de energía superpuesta a un bajo gasto.

AZÚCARES EN LA DIETA: MALAS COMPAÑÍAS
«El consumo elevado de azúcares se asocia con diversas patologías como el sobrepeso, la obesidad, las alteraciones hepáticas, los desórdenes del comportamiento, la diabetes, hiperlipidemia, la enfermedad cardiovascular, varios tipos de cáncer y caries dental, entre otras enfermedades», alerta por su parte el Boletín Bibliográfico de la Biblioteca Nacional de Salud, en su número 10, volumen 24 de octubre del 2017.
La OMS afirma que la ingesta de azúcares libres, entre ellos los contenidos en productos como las bebidas azucaradas, constituye actualmente uno de los principales factores que está dando lugar a un incremento de la obesidad y la diabetes en el mundo, sostiene el texto.
En ese sentido, vale aclarar que las fuentes principales de azúcares adicionados –aquellos que los fabricantes añaden a los alimentos o bebidas durante su procesamiento o preparación–, incluyen refrescos, gaseosas, pasteles, galletas, jugos de fruta azucarados, postres lácteos y chocolates, entre otros productos.
«La OMS recomienda a adultos y niños reducir el consumo de azúcares libres a menos del 10 % de la ingesta calórica total, si bien para obtener mayores beneficios se recomienda idealmente reducir su consumo a menos del 5 % de la ingesta calórica total, lo que proporcionaría beneficios adicionales para la salud», agrega el boletín.
De igual modo, subraya, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) exhorta a adoptar medidas como la restricción a la comercialización de productos alimentarios y bebidas ultraprocesados a los niños, el incremento de los costos de estos alimentos mediante impuestos, el aumento de la producción y accesibilidad de alimentos frescos saludables, así como la formulación de nuevas directrices para los programas alimentarios escolares y prescolares.
El factor común de todas estas enfermedades: la dieta. Ocuparse de prevenir desde las edades más tempranas, incentivar los estilos de vida saludables y la práctica del ejercicio físico, así como políticas públicas que hagan viables estos elementos, es la manera más efectiva de hacer frente a esta epidemia creciente.
reanudado por B.COSTANTINE de granma.cu

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