El espionaje, en esta era ciber, sigue apoyándose también en métodos tradicionales. Y el arresto e imputación en Estados Unidos de Jerry Chun Shing Lee, un hombre de 53 años y antiguo empleado de la CIA, sospechoso de haber actuado como un topo para China, abre las puertas a una historia clásica de espías. La pueblan confidentes y traiciones, ejecuciones y encarcelamientos, tensiones dentro de la comunidad de inteligencia estadounidense y uno de los mayores fracasos recientes de su historia reciente. Y en ella un par de libretas con anotaciones escritas a mano juegan un papel clave.
Todo, a juzgar por informaciones que reveló en mayo del año pasado ‘The New York Times’, arrancó en 2010. La CIA había conseguido desplegar en China una de sus mejores redes de información sobre los entresijos del poder en Pekín en décadas, en buena parte gracias al reclutamiento de fuentes dentro del propio Gobierno chino. Pero a finales del 2010 el flujo de información empezó a secarse y para principios del 2011 la agencia se dio cuenta de que sus confidentes en China estaban desapareciendo.
La CIA, conjuntamente con el FBI, abrió una investigación exhaustiva. Unos creían que los chinos habían conseguido acceder a las comunicaciones encriptadas que EEUU mantenía con sus informantes. Otros estaban convencidos de que había un topo en la propia CIA, una teoría que altos responsables de la agencia eran reticentes a aceptar.
En lo que había acuerdo era en la gravedad de la situación. Desde finales del 2010 hasta finales del 2012, según las fuentes de inteligencia del Times, los chinos habían matado al menos a una docena de los confidentes de EEUU (en un caso, según esas fuentes, asesinaron al funcionario en el patio de un edificio gubernamental a modo de advertencia para otros dispuestos a colaborar con Washington). Entre seis y ocho informantes más fueron encarcelados.
La teoría del topo
La teoría del topo guió una de las líneas de investigación y se centró en Chun Shing Lee, también conocido como Zhen Cheng Li. Chino naturalizado estadounidense y formado en la universidad de Hawai con un título en gestión internacional de empresas y un master en Recursos Humanos, había entrado a trabajar en la CIA en 1994. Estuvo en la agencia, donde tuvo acceso a información clasificada, hasta 2007, cuando aparentemente se marchó insatisfecho con el estancamiento de su carrera.
En 2012 los investigadores del FBI consiguieron atraerlo de vuelta a EEUU, aparentemente con la promesa de otro empleo en la CIA. Según se ha sabido ahora, en aquella ocasión registraron sus habitaciones de hotel en Hawai y Virginia, donde encontraron dos pequeños cuadernos: una agenda de contactos y otra de calendario. En ellas, escrita a mano, había numerosa información clasificada: desde nombres reales de agentes encubiertos y de confidentes hasta números de teléfono, datos sobre encuentros con informantes y direcciones de instalaciones de la CIA, incluyendo algunas secretas.
Pese a ese descubrimiento no se detuvo a Chung Shing Lee, que fue interrogado en cinco ocasiones por el FBI entre mayo y junio de 2013, cuando volvió a marcharse a Asia. Ha estado viviendo en Hong Kong, donde trabajaba para una casa de subastas.
No se han hecho públicos los motivos por los que el sospechoso ha vuelto ahora a EEUU, pero el lunes fue detenido en el aeropuerto JFK de Nueva York. El martes compareció ante un tribunal de Brooklyn, donde esperaba para ser extraditado al estado de Virginia, donde se han presentado los cargos en su contra. Estos, al menos de momento, son solo por retención ilegal de información de defensa nacional.